viernes, 29 de diciembre de 2023

Atalaya

 Antes de dejar las llaves en la encimera y de cerrar la puerta tras de ti, mírate en el espejo. Corre a mirarte tu reflejo, mantén una seria charla contigo. Gesticula, penetra la mirada fija, no la retires, habla desde la más absoluta seriedad:

esta casa no es lugar para fantasmas. En esta casa no habrá sombras de nadie que se cuele bajo ese arco de madera que decora la puerta de la entrada. Esta casa es tu casa. Es una casa surgida de tu esfuerzo, de tu vaivén emocional y de tantos tropiezos que vendrán acompañados de otros hasta el último de tus días. En esta casa no habrá objetos que te recuerden a ningún fracaso. Ni olores, ni canciones, ni el tono de una luz tenue que alumbraba el salón los sábados por la noche. Esta casa guardará los recuerdos del gato que la protege cuando te marchas. De tus mañanas desayunando en la encimera y tus tardes haciendo pilates en el balcón. Esta casa es de tu madre visitándote con una tortilla de patatas el viernes. Es de tu numerosa colección de libros dispuesta por orden en la estantería de roble que te compraste con tu primer sueldo. De tus compañeros de trabajo, que traen cerveza y te dicen lo bonito que es el cuadro del salón y lo feas que son las cortinas. Es de tus amigas, que entran y salen siempre que hay un vino por abrirse, un helado que acabarse, una noticia que celebrar y una caída que llorar en el sofá, todas juntas. Esta casa es tuya y solo tuya. En las escrituras y en los recuerdos. Para el papeleo y para las normas. Quien entre o quien salga es irrelevante. Porque tú eres quien se queda. Esta casa es tuya y de nadie más. Nunca quieras abandonarla, ni siquiera si un tornado entra y lo deja todo del revés. Así te dé angustia limpiar todo el desastre y pegar las piezas rotas. No vas a dejar esta casa. Ni la mayor concatenación de circunstancias ardúas te sacarán de aquí. En esta casa no habrá cabida para los malos recuerdos. Menos aún para los fantasmas. Nadie puede atribuirse en materia o en recuerdos algo que nunca fue suyo, solo tuyo. 

Esta casa es sólo tuya. A esta casa viniste huyendo del dolor, no lo dejes entrar tú. 
Esta casa es sólo tuya. 

Ahora sí. Abandona el espejo, cuelga las llaves y cierra la puerta

sábado, 22 de julio de 2023

Explotar la burbuja que te aisla y recibir cortes superficiales en la cara; echarle la culpa al viento. Caerte de morros en la rutina y escribir que eso es felicidad; pensar todo lo contrario. Urdir un plan de huida, toparse con el monstruo y lejos de hacerle frente, morir en el intento; esta vez habrá secuelas.

Meterte en la burbuja de nuevo, no salir de la cama, dejar de comer, de estudiar, dejar el trabajo, el ejercicio y casi la vida; enfadarte con tu reflejo en el espejo, que no te aguanta. Que no te hace justicia, que no te recuerda. 

Lamerse las heridas en silencio, sin que nadie se entere. Morderse las uñas y otros autosabotajes. Paliar las pesadillas, pagar la terapia, pintarte la raya del ojo -así nadie notará nada- y hacerte un corte de pelo que no te gusta nada: asumir el cambio. 

Sobrevivir y dejar de creer en la magia. 

[...]

Darle al tiempo su tiempo, esperar a que el espacio se extienda, ver los lugares estáticos aunque soporten el movimiento de la vida; dejar que la vida continúe.

El pelo crece, las uñas crecen, el reflejo del espejo se reconcilia con tu rostro cada vez menos triste. Recuperar el apetito, el trabajo, la carrera, el ejercicio, la sonrisa. Tomarte una cerveza. 

Volver a ser uno mismo, sin descosidos y sin ojos grises, sin miedo, sin pena, respirando el olor de la vida. 

Vivir pero sin creer en la magia. 

[...] 

Polinizar de flor en flor como las abejas libres, subir un poco de peso y hacerte un tatuaje. Escribir, escribir mucho y prometer. Prometerte no volver a creer en la magia. Jurar no volver a hacerlo nunca y creértelo. 

Tachar el verano en el calendario, sacar las sombrillas y escaparte a la playa. Nadar muy al fondo con la tabla y ahí, en medio de la nada, sobre nueve o diez metros de agua, completamente solo, sentirte más a salvo que nunca. 

Leerte un par de libros pendientes, hacerte otro tatuaje, coger vacaciones y descojonarte con tu mejor amiga. Conocer gente. Conocer gente que se convierte en hogar -o al menos, eso te gustaría-. Tenerle miedo al golpe pero no importarte. Porque te apetece. 

Volver a creer en la magia. 

viernes, 14 de julio de 2023

Alguien se ha ido de casa

Cuando eres pequeño te instruyen
con la responsabilidad de no mentir,
y pasan los años
y un día eres adulto,
echas la vista atrás
y descubres
que toda tu vida pudo ser
un cúmulo de mentiras.
Mentiras que edulcoran
una vida inventada que parecía perfecta;
mentiras que confunden
decisiones en las tripas
y que ganan batallas injustas,
inadmisibles,
intolerables,
imperdonables.
Mentiras que rompen
la esperanza del futuro;
el futuro de la esperanza
̶ qué importará ̶ .
Mentiras disfrazadas
que se vuelven murallas inquebrantables,
que matan
que entierran
que desentierran
que hacen carroña de tu carne.
Mentiras que te corrompen
cuando adoptan una forma capitalista
para comprarte;
te prostituyen.
A veces,
mentiras que te salvan
para luego abrirte la herida
y bañarse ociosas en tu sangre.
¿Cuál es la mayor mentira
que conjugaste de pequeño?
Empiezo yo:
nunca robé caramelos
de la tienda de Carmen.
¿Cuál es la mayor mentira
que domina tu vida adulta?
Acabo yo:
estoy bien, mamá.

martes, 20 de junio de 2023

Santuarios, templos y mujeres

 Hay mujeres que son templos sagrados. Honradas de su imperfección y poderosamente alegres. 

Con el semblante luminoso por una sonrisa constante dibujada en él. Torpes, vulnerables, humildes y humanamente indestructibles.

Hay santuarios y templos en los que solo yacen mujeres célebres. En la cultura india, esto es así. No recuerdo el libro en que lo leí, pero era tan bueno que se lo presté a todo el mundo, empujándoles a leerlo.

 Este ritual es tan sagrado y puro, como gráfico: al fallecer, las princesas indias eran despojadas de todas sus posesiones, incluyendo su ropa. Los padres -que siempre eran pudientes- mandaban construir un templo de gran tamaño en medio de la nada. En el centro de un cerro o de una colina elevada y aislada. En plena naturaleza, para que estuviesen lo suficientemente alejadas del ser humano, y lo suficientemente conectadas con la madre tierra. 

Nunca construían el techo. Izaban los muros y las columnas tan altos y tan lisos que fuera imposible trepar por ellos -para, evidentemente, evitar la profanación de los más impíos-. 

En el interior de tales templos no había nada más que un lecho de piedra justo en su centro, bajo toda la luz natural que iluminaba la edificación sin techo. La princesa muerta era colocada ahí, sobre el lecho de piedra, desnuda aunque cubierta con una sábana de tul transparente y flores: muchas flores. Al terminar la puesta en escena que las acompañaría al más allá, la familia cerraba y tapiaba las puertas del templo, dejando que la mujer se descompusiera con la naturaleza. Hasta ahí la parte bonita. La gráfica viene ahora: multitud deinsectos en todas sus variedades se encargaban de hacer desaparecer todo su cuerpo, dicen que ni los huesos quedaban. Nunca nadie entra en esa sagrada tumba. Dicen que durante siglos, el viento porta sus voces en forma de susurro. Yo no lo sé, pero me parece aterradoramente precioso. 

Las mujeres morían en el templo de tal manera que se convertían en parte de él, para siempre. Ellas pasaban a ser el templo al completo. 

Con su luz eterna en el tejado y sus puertas bien blindadas, a prueba de indeseables. 

Por eso yo conozco a mujeres que son templo. Cualquiera que vea un poco más allá: nos rodean. 


sábado, 2 de abril de 2022

Viejos tiempos


Y que cierres los ojos
y no encuentres mi rostro;
que revivas nuestra calle
y no divises claro
lo que hubo ahí
pero tus huesos chasqueen incómodos.
 
Que leas mi nombre
en la placa de cualquier recepcionista
y luches por refrescarte
con mi olor
-que se alejó hace años,
  y nunca te encantó tanto otra fragancia-.
 
Que tu hirsuta cabellera
no distinga el calor
de ningunas manos nuevas,
desde que las mías te soltaron.
 
Que desintegres todas las camas
buscando mi risa
sabiendo que solo queda
el eco intangible
que te conduce al delirio.
 
Que desconsoladamente trates
de arrancarte el corazón de cuajo
para dejar de vagar en un recuerdo
que te ha dejado hueco y roto.
 
Y que me encuentres;
coloques mi rostro,
retumbe de nuevo mi risa vil en tus tímpanos,
revivas mi tacto en tus sienes,
halles mi estatura en esa plaza
y huelas otra vez
cada recoveco de mi alma.
 
Y que pienses en mí,
como si tu delirio y el mío
hubieran sido un espejo
todos estos años
y digas:
 
nunca un fantasma pudo estar más vivo.

viernes, 11 de marzo de 2022

El cuerpo vive, el alma yace

 
Fueron dos cuerpos bajo la sábana,
el rastro de saliva en dos copas de vino
que no se bebieron entero
a pesar de su sabor exquisito.
 
Fueron cuatro ojos deseando dos pieles,
dos eternidades
y dos pedazos de tierra
en los que se agrietara el mundo
para caer en esa brecha
y congelarse en el tiempo.
 
Fueron los hijos que se pensaron
y que nunca se tuvieron
-quizá con otros amantes
  en otra vida que arrastraba pasado-;
la casa que podía ser propiedad
-algún día-
de dos corazones que vieron
con el tiempo,
cómo la demolía el Estado. 
 
Fueron los viajes que hicieron
y los que no
-siempre pesa más lo que no-,
el champagne que se descorchó
y el que no,
los besos que se dieron
como si el mundo fuera a quebrar,
pero sobre todo fueron los que no se dieron.
 
Dos almas que fueron
lamentan y vagan como espectros
no por lo que fueron,
sino por lo que ya no.
 
A veces los finales no acaban en tragedia,
pero el tiempo y la memoria
-incluso el anhelo-
sí lo añoran
trágico.
 
Dos pieles que ardieron
como una sola,
dos mentes que deseaban
-verdaderamente deseaban-
que la Tierra se hundiera con ellos;
dos seres que se palpaban
e irradiaban amor
para cubrir un edificio entero,
ya no existen.
 
Existen sus cuerpos
encabezando otras historias
-tal vez más fáciles-,
otras familias,
otra casa en propiedad
otro trabajo
e incluso otra voz
-alguna cana nueva con el tiempo-.
 
El mundo no se agrietó,
la vida continuó
para dos amantes
que no sabían ser sin el otro,
y no se equivocaron;
sus cuerpos se alejaron,
 continuaron latiendo
pero sus corazones viven
en aquella noche
en la que casi el mundo,
verdaderamente,
se rompía.
 
Incontables años habitando un cuerpo
en el que ya no reside un alma…
 
en la delirante hipótesis
del fin del mundo.
 
Ahí yacen.

lunes, 7 de marzo de 2022

Lady Mariaga

 

Me lancé a las hienas
porque quise,
por poner a prueba mi osadía,
por llevar la contraria,
por sobrevivir y
ociosa,
demostrarlo.
 
O tal vez no.
 
Tal vez
me lanzó ella
para enseñarme
la fiereza de la vida,
los miles de oportunidades
que existen
pero no se ven,
que tenemos
pero no sentimos;
quizá me catapultó
a la manada brava
para que supiera defenderme
de las fieras desnutridas
que tratarían de devorarme
aun clavando mis ojos de clemencia
en ellas.
 
Quizá
quería que apreciase bien
cada color que se tona hostil
o amigo,
a veces…
 
La sangre. El sudor. La culpa. El llanto. La dicha. El olvido. La vorágine;
 
el tono más agrio…
 
Aprendí a defenderme;
a clavar los colmillos
en la lucha
por los sueños
que injustamente
se convierten en cuesta.
 
Una vez
escuché en ninguna parte
que no es la victoria
en el sentimiento más adverso;
es la vuelta
y sus secuelas.
 
Entonces vi a esa hiena,
a ella,
postrarse derretida ante un cuadro
lleno de colores,
y mientras lo abrazaba conmovida
me dijo:
 
el color de la vida
está en tus manos.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Donde el vuelo descanse

 

No es quien te lleva
sino quien te trae.
 
No es quien te enseña
ni quien te ayuda;
ni quien te perdona
ni quien cura tus heridas.
 
No es quien te levanta
de tus tropiezos
ni quien llora contigo
en la pena.
 
Donde te aman honestamente
y te cuidan con devoción,
tampoco es.
 
Ni donde te perdonan
lo irremediable
o cubren tus errores.
 
Cuando contemplan tu belleza
y se declaran fieles ante ti
ante tus causas perdidas
y tus futuros
y condicionales.
 
No.
 
Donde te proclaman
dueño de libertades
y a la vez
ser humano
de carne y alma.
 
Tampoco ahí.
 
Es quien sostiene tus alas
cuando tu cansancio
decide aflojar el vuelo
para que el sueño te sane
mientras alguien cuida de ellas.
 
Donde preparan tu plumaje
para el siguiente vuelo,
que siempre se alza
más fuerte.
 
Ahí es.

miércoles, 9 de febrero de 2022

Una mala noche

 Te persigo
estirando mis brazos
imaginando que te alcanzo
y que por fin se cumple un sueño
que alimento con recuerdos.

Pero quién sabrá
la diferencia
entre los sueños
y las pesadillas... 

Ahora mis recuerdos
descansan en paz 
y mientras,
la vida 
continúa. 

jueves, 28 de octubre de 2021

Arreglos


Vino con las alas rotas
y desplumadas;
la ropa oscura,
sucia,
y la voz quebrada.
 
No tenían fondo
-sus ojos-
las manos despellejadas.
 
Así vino mi ángel de la guarda,
a arreglar mis uñas rotas
antes que sus huesos partidos.
 
Mi cordura antes que su locura
-y viceversa-.
 
Lo consiguió y
me fui;

a menudo entendemos tarde
que el dolor está más vivo
que la calma.

Yo aún buscaba ahogarme
-un ratito más-
en el fondo de mis torpezas
y así,
cuando alguien me sacara
mojada con mi propia sangre,
poder seguir sintiéndome viva.


Ser feliz está sobrevalorado.