Me
lancé a las hienas
porque quise,
por poner a prueba mi osadía,
por llevar la contraria,
por sobrevivir y
ociosa,
demostrarlo.
O
tal vez no.
Tal
vez
me lanzó ella
para enseñarme
la fiereza de la vida,
los miles de oportunidades
que existen
pero no se ven,
que tenemos
pero no sentimos;
quizá me catapultó
a la manada brava
para que supiera defenderme
de las fieras desnutridas
que tratarían de devorarme
aun clavando mis ojos de clemencia
en ellas.
Quizá
quería que apreciase bien
cada color que se tona hostil
o amigo,
a veces…
La
sangre. El sudor. La culpa. El llanto. La dicha. El olvido. La vorágine;
el
tono más agrio…
Aprendí
a defenderme;
a clavar los colmillos
en la lucha
por los sueños
que injustamente
se convierten en cuesta.
Una
vez
escuché en ninguna parte
que
no es la victoria
en el sentimiento más adverso;
es la vuelta
y sus secuelas.
Entonces
vi a esa hiena,
a ella,
postrarse derretida ante un cuadro
lleno de colores,
y mientras lo abrazaba conmovida
me dijo:
el
color de la vida
está en tus manos.
porque quise,
por poner a prueba mi osadía,
por llevar la contraria,
por sobrevivir y
ociosa,
demostrarlo.
me lanzó ella
para enseñarme
la fiereza de la vida,
los miles de oportunidades
que existen
pero no se ven,
que tenemos
pero no sentimos;
quizá me catapultó
a la manada brava
para que supiera defenderme
de las fieras desnutridas
que tratarían de devorarme
aun clavando mis ojos de clemencia
en ellas.
quería que apreciase bien
cada color que se tona hostil
o amigo,
a veces…
a clavar los colmillos
en la lucha
por los sueños
que injustamente
se convierten en cuesta.
escuché en ninguna parte
en el sentimiento más adverso;
es la vuelta
y sus secuelas.
a ella,
postrarse derretida ante un cuadro
lleno de colores,
y mientras lo abrazaba conmovida
me dijo:
está en tus manos.
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