sábado, 2 de abril de 2022

Viejos tiempos


Y que cierres los ojos
y no encuentres mi rostro;
que revivas nuestra calle
y no divises claro
lo que hubo ahí
pero tus huesos chasqueen incómodos.
 
Que leas mi nombre
en la placa de cualquier recepcionista
y luches por refrescarte
con mi olor
-que se alejó hace años,
  y nunca te encantó tanto otra fragancia-.
 
Que tu hirsuta cabellera
no distinga el calor
de ningunas manos nuevas,
desde que las mías te soltaron.
 
Que desintegres todas las camas
buscando mi risa
sabiendo que solo queda
el eco intangible
que te conduce al delirio.
 
Que desconsoladamente trates
de arrancarte el corazón de cuajo
para dejar de vagar en un recuerdo
que te ha dejado hueco y roto.
 
Y que me encuentres;
coloques mi rostro,
retumbe de nuevo mi risa vil en tus tímpanos,
revivas mi tacto en tus sienes,
halles mi estatura en esa plaza
y huelas otra vez
cada recoveco de mi alma.
 
Y que pienses en mí,
como si tu delirio y el mío
hubieran sido un espejo
todos estos años
y digas:
 
nunca un fantasma pudo estar más vivo.

viernes, 11 de marzo de 2022

El cuerpo vive, el alma yace

 
Fueron dos cuerpos bajo la sábana,
el rastro de saliva en dos copas de vino
que no se bebieron entero
a pesar de su sabor exquisito.
 
Fueron cuatro ojos deseando dos pieles,
dos eternidades
y dos pedazos de tierra
en los que se agrietara el mundo
para caer en esa brecha
y congelarse en el tiempo.
 
Fueron los hijos que se pensaron
y que nunca se tuvieron
-quizá con otros amantes
  en otra vida que arrastraba pasado-;
la casa que podía ser propiedad
-algún día-
de dos corazones que vieron
con el tiempo,
cómo la demolía el Estado. 
 
Fueron los viajes que hicieron
y los que no
-siempre pesa más lo que no-,
el champagne que se descorchó
y el que no,
los besos que se dieron
como si el mundo fuera a quebrar,
pero sobre todo fueron los que no se dieron.
 
Dos almas que fueron
lamentan y vagan como espectros
no por lo que fueron,
sino por lo que ya no.
 
A veces los finales no acaban en tragedia,
pero el tiempo y la memoria
-incluso el anhelo-
sí lo añoran
trágico.
 
Dos pieles que ardieron
como una sola,
dos mentes que deseaban
-verdaderamente deseaban-
que la Tierra se hundiera con ellos;
dos seres que se palpaban
e irradiaban amor
para cubrir un edificio entero,
ya no existen.
 
Existen sus cuerpos
encabezando otras historias
-tal vez más fáciles-,
otras familias,
otra casa en propiedad
otro trabajo
e incluso otra voz
-alguna cana nueva con el tiempo-.
 
El mundo no se agrietó,
la vida continuó
para dos amantes
que no sabían ser sin el otro,
y no se equivocaron;
sus cuerpos se alejaron,
 continuaron latiendo
pero sus corazones viven
en aquella noche
en la que casi el mundo,
verdaderamente,
se rompía.
 
Incontables años habitando un cuerpo
en el que ya no reside un alma…
 
en la delirante hipótesis
del fin del mundo.
 
Ahí yacen.

lunes, 7 de marzo de 2022

Lady Mariaga

 

Me lancé a las hienas
porque quise,
por poner a prueba mi osadía,
por llevar la contraria,
por sobrevivir y
ociosa,
demostrarlo.
 
O tal vez no.
 
Tal vez
me lanzó ella
para enseñarme
la fiereza de la vida,
los miles de oportunidades
que existen
pero no se ven,
que tenemos
pero no sentimos;
quizá me catapultó
a la manada brava
para que supiera defenderme
de las fieras desnutridas
que tratarían de devorarme
aun clavando mis ojos de clemencia
en ellas.
 
Quizá
quería que apreciase bien
cada color que se tona hostil
o amigo,
a veces…
 
La sangre. El sudor. La culpa. El llanto. La dicha. El olvido. La vorágine;
 
el tono más agrio…
 
Aprendí a defenderme;
a clavar los colmillos
en la lucha
por los sueños
que injustamente
se convierten en cuesta.
 
Una vez
escuché en ninguna parte
que no es la victoria
en el sentimiento más adverso;
es la vuelta
y sus secuelas.
 
Entonces vi a esa hiena,
a ella,
postrarse derretida ante un cuadro
lleno de colores,
y mientras lo abrazaba conmovida
me dijo:
 
el color de la vida
está en tus manos.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Donde el vuelo descanse

 

No es quien te lleva
sino quien te trae.
 
No es quien te enseña
ni quien te ayuda;
ni quien te perdona
ni quien cura tus heridas.
 
No es quien te levanta
de tus tropiezos
ni quien llora contigo
en la pena.
 
Donde te aman honestamente
y te cuidan con devoción,
tampoco es.
 
Ni donde te perdonan
lo irremediable
o cubren tus errores.
 
Cuando contemplan tu belleza
y se declaran fieles ante ti
ante tus causas perdidas
y tus futuros
y condicionales.
 
No.
 
Donde te proclaman
dueño de libertades
y a la vez
ser humano
de carne y alma.
 
Tampoco ahí.
 
Es quien sostiene tus alas
cuando tu cansancio
decide aflojar el vuelo
para que el sueño te sane
mientras alguien cuida de ellas.
 
Donde preparan tu plumaje
para el siguiente vuelo,
que siempre se alza
más fuerte.
 
Ahí es.

miércoles, 9 de febrero de 2022

Una mala noche

 Te persigo
estirando mis brazos
imaginando que te alcanzo
y que por fin se cumple un sueño
que alimento con recuerdos.

Pero quién sabrá
la diferencia
entre los sueños
y las pesadillas... 

Ahora mis recuerdos
descansan en paz 
y mientras,
la vida 
continúa.