sábado, 6 de octubre de 2018

anexo


Una vez
me estampé de morros
contra el pecho del diablo
y me quedé
creyendo que su mal
sanaría todos los míos,
y a esa voracidad mía
de escribirte
con una rabia ficticia
que me invento
sólo para creerme más fuerte
cuando, en realidad
soy una sirena
que ya ha sacrificado su voz
por un beso en tierra firme.

Pero un día me dijiste
que tener mi cuerpo en tus manos
era lo más bonito
que te había pasado en la vida,
y desde eso,
mis planes de huida están en pausa,
igual que todos los versos
que escribía para olvidarte
-o hacerme creer que lo hacía-
porque aunque duela,
el reencuentro de nuestras pieles
me ha devuelto a la vida y,
ahora,
ocupa todos mis pensamientos
-que ya no quieren escribir-
y yo
mientras,
me refugio en las palabras;

esas
que sólo entienden
mi manera de quererte;
y las mismas
que nunca hacen justicia
a tu carcajada
de dientes impecables y...

Me inspiras
y me bloqueas o,
para que me entiendas;
me revuelves
el instinto suicida
mientras me devuelves
a la vida.

martes, 11 de septiembre de 2018

-al no saber o sabiendo-

Terciopelo
al besar la carnosidad de tus labios;
mullidos
cálidos
abrasivos para mi pecho;
ácido corrosivo
que quema los pánicos del pasado;
y los de ahora,
mañana
y siempre. 

El escozor
de rozar una herida
en carne viva;
doloroso primero,
curativo al final. 
Como si el veneno inundase
una garganta irritada 
por ahogarse de llorar
teniendo atadas las manos -y el alma
y cada resquicio
de tu cuerpo- al pasado. 

Benditos fantasmas 
que te zarandean
mientras amas
con esa intensidad
que solo te hunde el pecho
una vez en la vida.

Maldita ostia contra el olvido
cuando se va
esa estrella fugaz 
con sabor a hogar; 
  […]     
golpes de soledad
-o impotencia o abandono- 
al no saber 
o sabiendo, 
que hay trenes que pasan una vez
y que tú, 
ya pasaste a trescientos
descarrilando todos tus vagones
sobre mi cuerpo.
Inmóvil y derrotado.

Creyéndome muerta
hasta abrir los ojos
y repetir el mismo patrón;

ese
sin otro sustento
que no sea el instinto natural,
de volver siempre
a cubrir mis recuerdos
con el olor de tu barba;
densa y mía. 

martes, 21 de agosto de 2018

material frágil


Eres tantas cosas
que todo lo controlas
y nada se queda
fuera de tu alcance.

Por eso cualquiera enmudece
cuando levantas la mirada
penetrándola donde quieres
-y en quien quieres-;

algunos valientes balbucean
y eso
ya es conseguir demasiado,
pero a mí,
a mí sólo me confirmas todas mis certezas,
y callo
y miro
y callo...
No por falta de otra alternativa,
sino por dar rienda suelta
a mi deleite
y a mi espíritu contemplativo.

Ese que te mira
y no dice
nada -con la boca-
mientras se deja llevar
con todo su cuerpo
y su cabeza

Pero como poder,
podría decirte muchas cosas
-muchas de esas que callan
porque observan-;

te diría,
-al oído-
en secreto,
que mi suspicacia
también es quebrantable
o que,
sin querer,
rompes las cuerdas
que atan mis manos
al pasado;
que destruyes
-destruyes y reconstruyes-
la mala conciencia,
los recuerdos grises,
la tristeza de la soledad;
el instinto de huida;
y todas esas bestias
que no sobreviven a tu paso.

Claro,
cómo no ibas a hacerlo
siendo el símbolo de la rebeldía
en su estado
más puro
de rabia
-con unas manos calientes
que lo congelan todo,
menos el tiempo-

Una rabia derrotada
por algo
tan vulnerable
como un beso en la frente.






jueves, 5 de julio de 2018

en todos y en ninguno


Seguro
que todavía te acuerdas
de cómo llovía
y te despertabas, 
de madrugada,
para ir a dormir
a la ventana,
cerca de la lluvia.
Sin dejarla tocarte,
como hacías
con todo.
Hasta conmigo.

Y ya por la mañana.
Cara y pelo radiantes.
Cualquiera diría 
que pasabas las noches
en el paraíso.
Y qué paraíso.

Todavía me acuerdo.

[…]

Han pasado
algunas otras lluvias
quizá más sucias
y con más olor
a soledad;
y es que ahora
ya no hay lluvias
que por muchas gotas
que hagan bailar
en el cristal,
puedan tapar el reflejo
de tu sonrisa.

Ni un fantasma
se distingue tan bien
cuando se presencia,
como la inquietud
-de mi cabeza-
de creerte 
en todas las esquinas
sin que nadie
-sólo yo sin la poca cordura que abarcaba-
te vea.

En resumen, 
todos estos versos
para decirte que

                        /      te veo
                               en todos lados
                               y no estás 
                               en ninguno.   /




viernes, 29 de junio de 2018

LXXVI

Setenta y seis noches
apretando los ojos
y sacudiendo de recuerdos
-quién sabe si buenos-
a mi cabeza;
imaginándome
tan pequeñita
y tan vulnerable
a tu lado,
tan protegida;
en esa cama del hueco en el centro
que de lo único
que (nos) servía
era para juntar nuestros oxígenos
en una sonata
para piano.

Setenta y siete días
apretando los dientes
para sangrarme alguna encía
y saborear, así
tu pérdida
y mi derrota
-que en este caso
viene a ser lo mismo-;
saborear, así también
la nulidad de mis instintos
más naturales;
la voluntad de mis pálpitos
-que ya son sólo los últimos soplos
de un corazón roto-,
como dice esa canción
que una vez sonó
en el coche de nuestras huidas. 

Y ya no sé
en cuántas horas traspasar
todos esos días
si desde entonces,
mi conciencia sólo trabaja
con una rabia
que tiene más de un talón de Aquiles.

Qué poco valor
tendrá últimamente
el tiempo,
para mí,
si en mi cabeza
aún son las siete de la tarde
de un trece de abril
con el billete sellado para no volver nunca
a lo que ayer
-un ayer en mi cabeza,
y no ahora-
daba sentido a mi vida.
A lo que ayer
ponía a prueba a mis instintos
-sabiendo que siempre iban a perder-;
a mi rabia más incontenida;
a las musas de mi cabeza
-con rizos y cara de hombre-,
al salvavidas de hacerme vieja,
y al sabor del dulce.
De leche.

Con un poco de caramelo,
y dos cucharillas;
por favor.

domingo, 17 de junio de 2018

sobre cómo lo dejaste todo


Como una moneda
lanzada al aire:
dos caras
y una enorme incertidumbre
sobre la caída,
siempre tan lenta.

Tan difícil
perdonarte...
Porque hacía ya tiempo que...
bueno, porque hacía ya tiempo.

No te juzgues;
no era
tu forma de encandilarme,
sino mi amarga debilidad
por ese corazón tuyo
tan tosco,
que tanto decía
sin apenas
una
sola
palabra.

Sin apenas
una mirada
a unos ojos correspondidos
que gritaban socorro
en un mar sin flotador,
mientras tú olvidabas
que podías volver a casa
incluso
con las manos vacías;
o llenas de barro
o decrepitud,
siempre y cuando hubieras vuelto.

Yo me sentía
la traductora
de tus torpezas,
esas que destruían,
que arrollaban
y que vencían
a todo aquel a quien querías;
a todo aquel a quien amases.

A mí.

Pero más aún
a tus ganas de odiarte.

Y a las de no volver a casa.

miércoles, 30 de mayo de 2018

aliquis letalis


Lo cierto es
que tenías razón.
Igual que al meter la mano
y arrancarme el corazón
                         [todo eso dejó de ser sano.
También es cierto
que sin tapujos
dudaste de mi lealtad,
y me cambiaste por lujos.
Pero presta atención,
porque me conoces, y ya sabes
lo difícil que es soplar
y hacerme desvanecer.

Si aun así lo consigues,
te felicito:
has hecho más fuerte
a alguien
que ya era letal.

domingo, 6 de mayo de 2018

sobre tus condiciones de huida


Si te vas
hazlo cuando deje de bailar descalza,
de correr a ciegas en tacones
de abrazarte a bocajarro
de pintar tu alma en las paredes;
de colorines.

Cuando deje
de huir de las moscas que se cuelan en casa,
-en busca de tu refugio-
de calentarte las manos en invierno
y más aún las noches de todas las estaciones.

Cuando ya no te mire con mis ojos de te quiero
ni te bese los malos días con buena cara
ni los domingos con más ganas de vivir que de dormir.

Cuando mis cuadros sean en blanco y en negro,
cuando 
y cuando tus poemas dejen de emocionarme – con lo poco que soy yo de llorar-,
amor.

Hazlo por todo eso,
y lo que se te ocurra.

Pero nunca,
nunca te vayas por estar en desacuerdo con mi pasado,
por no aprobarlo.
Si lo haces
vete tan lejos que me asegures no volver,
jamás;
los llantos tienen los días contados y,
al mío, amor
al mío ya no le quedan telediarios.

domingo, 29 de abril de 2018

fidem frangere

Las cosas que aprende uno mismo penetran más en el subconsciente que nada de lo que te enseñan. Como que los artistas funcionan de noche, que es por personas a quienes queremos por las que nos convertimos en aquello en lo que antes afirmábamos no convertirnos nunca, que quien te quiere te hará llorar, que hasta el rey se baja los pantalones si el médico se lo requiere...

O que siempre escribimos al ritmo de esa canción que nos raja el alma.

El sentimiento de culpa, la mala conciencia, la inquietud y las ansias, la capacidad que tiene el miedo para manipularnos, la impotencia, la vergüenza...

Y el calor de los abrazos de papá...

martes, 27 de marzo de 2018

ambulatis in litore

Hacía tirabuzones en el aire como si aquello fuera lo único que daba sentido a su vida. Todas las mañanas se bañaba en el lago e iba desnuda a bailar al viejo garaje de su padre. Tenía una vida melancólica y solitaria. Admirable -aunque sólo a ojos de quien quería ser como ella-. Por tragedias diversas cambió de ciudad, y ella sola se inundó de monotonías que al principio la irritaban; pero luego comenzaría a darle igual...

Lo que se ve ahora, de lejos, es una mujer entrada en años, paseando en silencio por una playa vacía. Cogiendo conchas que le recordaban a cuando hacía dibujitos con ellas en la espalda de cualquier amor joven. Pero sólo recuerda a uno. Sólo al que eliminó su monotonía. Sólo al que le devolvió sus ganas de romper con el mundo y dedicarse a sí misma, ese que dejó la vida junto con sus ganas de vivirla...


lunes, 1 de enero de 2018

La persistencia de la memoria

En el cuadro de Dalí
se derriten los relojes
porque el calor puede con el tiempo.

Las agujas se detienen
porque también el frío puede con las horas.

Tú, mientras,
escribes sobre tiempos
y el tiempo discute con el otro tiempo.

El mío, mientras,
se desespera.

Por que le quites el frío.

Tú.