sábado, 22 de julio de 2023

Explotar la burbuja que te aisla y recibir cortes superficiales en la cara; echarle la culpa al viento. Caerte de morros en la rutina y escribir que eso es felicidad; pensar todo lo contrario. Urdir un plan de huida, toparse con el monstruo y lejos de hacerle frente, morir en el intento; esta vez habrá secuelas.

Meterte en la burbuja de nuevo, no salir de la cama, dejar de comer, de estudiar, dejar el trabajo, el ejercicio y casi la vida; enfadarte con tu reflejo en el espejo, que no te aguanta. Que no te hace justicia, que no te recuerda. 

Lamerse las heridas en silencio, sin que nadie se entere. Morderse las uñas y otros autosabotajes. Paliar las pesadillas, pagar la terapia, pintarte la raya del ojo -así nadie notará nada- y hacerte un corte de pelo que no te gusta nada: asumir el cambio. 

Sobrevivir y dejar de creer en la magia. 

[...]

Darle al tiempo su tiempo, esperar a que el espacio se extienda, ver los lugares estáticos aunque soporten el movimiento de la vida; dejar que la vida continúe.

El pelo crece, las uñas crecen, el reflejo del espejo se reconcilia con tu rostro cada vez menos triste. Recuperar el apetito, el trabajo, la carrera, el ejercicio, la sonrisa. Tomarte una cerveza. 

Volver a ser uno mismo, sin descosidos y sin ojos grises, sin miedo, sin pena, respirando el olor de la vida. 

Vivir pero sin creer en la magia. 

[...] 

Polinizar de flor en flor como las abejas libres, subir un poco de peso y hacerte un tatuaje. Escribir, escribir mucho y prometer. Prometerte no volver a creer en la magia. Jurar no volver a hacerlo nunca y creértelo. 

Tachar el verano en el calendario, sacar las sombrillas y escaparte a la playa. Nadar muy al fondo con la tabla y ahí, en medio de la nada, sobre nueve o diez metros de agua, completamente solo, sentirte más a salvo que nunca. 

Leerte un par de libros pendientes, hacerte otro tatuaje, coger vacaciones y descojonarte con tu mejor amiga. Conocer gente. Conocer gente que se convierte en hogar -o al menos, eso te gustaría-. Tenerle miedo al golpe pero no importarte. Porque te apetece. 

Volver a creer en la magia. 

viernes, 14 de julio de 2023

Alguien se ha ido de casa

Cuando eres pequeño te instruyen
con la responsabilidad de no mentir,
y pasan los años
y un día eres adulto,
echas la vista atrás
y descubres
que toda tu vida pudo ser
un cúmulo de mentiras.
Mentiras que edulcoran
una vida inventada que parecía perfecta;
mentiras que confunden
decisiones en las tripas
y que ganan batallas injustas,
inadmisibles,
intolerables,
imperdonables.
Mentiras que rompen
la esperanza del futuro;
el futuro de la esperanza
̶ qué importará ̶ .
Mentiras disfrazadas
que se vuelven murallas inquebrantables,
que matan
que entierran
que desentierran
que hacen carroña de tu carne.
Mentiras que te corrompen
cuando adoptan una forma capitalista
para comprarte;
te prostituyen.
A veces,
mentiras que te salvan
para luego abrirte la herida
y bañarse ociosas en tu sangre.
¿Cuál es la mayor mentira
que conjugaste de pequeño?
Empiezo yo:
nunca robé caramelos
de la tienda de Carmen.
¿Cuál es la mayor mentira
que domina tu vida adulta?
Acabo yo:
estoy bien, mamá.