Explotar la burbuja que te aisla y recibir cortes superficiales en la cara; echarle la culpa al viento. Caerte de morros en la rutina y escribir que eso es felicidad; pensar todo lo contrario. Urdir un plan de huida, toparse con el monstruo y lejos de hacerle frente, morir en el intento; esta vez habrá secuelas.
Meterte en la burbuja de nuevo, no salir de la cama, dejar de comer, de estudiar, dejar el trabajo, el ejercicio y casi la vida; enfadarte con tu reflejo en el espejo, que no te aguanta. Que no te hace justicia, que no te recuerda.
Lamerse las heridas en silencio, sin que nadie se entere. Morderse las uñas y otros autosabotajes. Paliar las pesadillas, pagar la terapia, pintarte la raya del ojo -así nadie notará nada- y hacerte un corte de pelo que no te gusta nada: asumir el cambio.
Sobrevivir y dejar de creer en la magia.
[...]
Darle al tiempo su tiempo, esperar a que el espacio se extienda, ver los lugares estáticos aunque soporten el movimiento de la vida; dejar que la vida continúe.
El pelo crece, las uñas crecen, el reflejo del espejo se reconcilia con tu rostro cada vez menos triste. Recuperar el apetito, el trabajo, la carrera, el ejercicio, la sonrisa. Tomarte una cerveza.
Volver a ser uno mismo, sin descosidos y sin ojos grises, sin miedo, sin pena, respirando el olor de la vida.
Vivir pero sin creer en la magia.
[...]
Polinizar de flor en flor como las abejas libres, subir un poco de peso y hacerte un tatuaje. Escribir, escribir mucho y prometer. Prometerte no volver a creer en la magia. Jurar no volver a hacerlo nunca y creértelo.
Tachar el verano en el calendario, sacar las sombrillas y escaparte a la playa. Nadar muy al fondo con la tabla y ahí, en medio de la nada, sobre nueve o diez metros de agua, completamente solo, sentirte más a salvo que nunca.
Leerte un par de libros pendientes, hacerte otro tatuaje, coger vacaciones y descojonarte con tu mejor amiga. Conocer gente. Conocer gente que se convierte en hogar -o al menos, eso te gustaría-. Tenerle miedo al golpe pero no importarte. Porque te apetece.
Volver a creer en la magia.