lunes, 1 de febrero de 2016

EL CAOS TAMBIÉN ES ARTE

Llevamos un mono blanco, el pelo cubierto y la cara manchada con esa pintura. La galería estaba demasiado nueva, demasiado limpia e impecable. Decidimos hacerla nuestra y volverla de nuestro caos con pintura. Porque era mi caos jugando con el suyo, era nuestro caos, hasta puede que el peor, y no era de nadie más que de nosotros. Las paredes acabaron tan coloreadas como nuestras almas poetas y empedernidas. El suelo… ya no sabíamos de qué color era. Sobró pintura. La justa para ponernos perdidos de ella; nariz, frente, el mechón del pelo que se negó a permanecer en el gorro, las uñas, la boca… Acabamos con todo lo que allí había a nuestro paso. Convertimos lo nuevo en desastre. Acabó todo arrasado, todo en su sitio del desorden, o, en otras palabras, todo hecho arte. 

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