Vino con las
alas rotas
y desplumadas;
la ropa oscura,
sucia,
y la voz quebrada.
No tenían fondo
-sus ojos-
las manos despellejadas.
Así vino mi
ángel de la guarda,
a arreglar mis uñas rotas
antes que sus huesos partidos.
Mi cordura
antes que su locura
-y viceversa-.
Lo consiguió y
me fui;
y desplumadas;
la ropa oscura,
sucia,
y la voz quebrada.
-sus ojos-
las manos despellejadas.
a arreglar mis uñas rotas
antes que sus huesos partidos.
-y viceversa-.
me fui;
a menudo entendemos tarde
que el dolor está más vivo
que la calma.
Yo aún buscaba ahogarme
-un ratito más-
en el fondo de mis torpezas
y así,
cuando alguien me sacara
mojada con mi propia sangre,
poder seguir sintiéndome viva.
Ser feliz está sobrevalorado.