el grito más cobarde
de declararle la guerra
a la poesía.
[...]
Te llevaste
lo más importante de mí:
lo único
que no pude reinventar
tras tu marcha.
Te fuiste y mi vida se quebró;
te fuiste,
y mi vida cobró sentido.
Mi pena se convirtió en lucha:
los llantos en cuadros;
la rabia,
en versos.
Tu cobardía destrozó mi universo
y después,
me presentó a una mujer
extraordinaria.
Todo el olvido
fue sencillamente,
olvido y
las pesadillas se deshicieron
con el paso de algunas copas de vino
que me brindaba
una mujer preciosa
en el espejo.
Me hiciste mejor persona
a pesar de tres años
de angustia,
poesía triste
y espejismos.
Una deuda
que no puede ser agradecida:
te llevaste lo mejor de la noche,
lo que no depende de mí,
lo único
que no he podido reinventar.
Te fuiste
y mis musas
corrieron detrás de ti;
me arrebataste
mi único instrumento
para registrar
en la posteridad
tu gloria
y tu olvido.
Todos mis libros
nacerían de tu recuerdo;
llevarían tu nombre escrito
bajo cada palabra,
cada verso,
y página.
Ahora mi voz
tiene un micrófono
que llevará el desastre
a cada rincón
en el que duermas.
Cada esquina
en la que respires,
y lugar
en el que habites.
<Me robaste a mis musas
y me declaraste la guerra >