martes, 21 de agosto de 2018
material frágil
Eres tantas cosas
que todo lo controlas
y nada se queda
fuera de tu alcance.
Por eso cualquiera enmudece
cuando levantas la mirada
penetrándola donde quieres
-y en quien quieres-;
algunos valientes balbucean
y eso
ya es conseguir demasiado,
pero a mí,
a mí sólo me confirmas todas mis certezas,
y callo
y miro
y callo...
No por falta de otra alternativa,
sino por dar rienda suelta
a mi deleite
y a mi espíritu contemplativo.
Ese que te mira
y no dice
nada -con la boca-
mientras se deja llevar
con todo su cuerpo
y su cabeza
Pero como poder,
podría decirte muchas cosas
-muchas de esas que callan
porque observan-;
te diría,
-al oído-
en secreto,
que mi suspicacia
también es quebrantable
o que,
sin querer,
rompes las cuerdas
que atan mis manos
al pasado;
que destruyes
-destruyes y reconstruyes-
la mala conciencia,
los recuerdos grises,
la tristeza de la soledad;
el instinto de huida;
y todas esas bestias
que no sobreviven a tu paso.
Claro,
cómo no ibas a hacerlo
siendo el símbolo de la rebeldía
en su estado
más puro
de rabia
-con unas manos calientes
que lo congelan todo,
menos el tiempo-
Una rabia derrotada
por algo
tan vulnerable
como un beso en la frente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)