Lo cierto es
que tenías razón.
Igual que al meter la mano
y arrancarme el corazón
[todo eso dejó de ser
sano.
También es cierto
que sin tapujos
dudaste de mi lealtad,
y me cambiaste por lujos.
Pero presta atención,
porque me conoces, y ya sabes
lo difícil que es soplar
y hacerme desvanecer.
Si aun así lo consigues,
te felicito:
has hecho más fuerte
a alguien
que ya era letal.