jueves, 23 de febrero de 2017

por fin tienes el cuerpo en silencio

Tu cabeza descansa en mi clavícula
con los ojos cerrados
respirando –o suspirando- tranquilo.
Yo fumo hierba y la escupo tosiendo
te miro
y acaricio tu pelo enredado o enamorado,
-que viene a ser lo mismo-.
Y escribo con esa ternura que escuece
y te abraza la espalda
mientras respiro hondo del cansancio.
Me miro de arriba abajo en el espejo
estando todavía desnuda
justo debajo de tu respiración
erizándome la piel.
Te susurro –casi sin voz-
todo lo que se me ocurre hacerte
y me besas tan dulce
que pierdo la sensibilidad.
Tú callado
me aprietas fuerte –contrastando
tu corazón
con lo que quiera que quede del mío-.
Me enciendo otro cigarro, y el resto del planeta escucha
muy atento
todo lo que nos miramos
sin decirnos nada –porque no hace falta-.
Y por fin tienes el cuerpo en silencio
a mi lado, tranquilo, dilatado.